lunes, 29 de diciembre de 2008

Mis pasos de baile




No sé bailar. Nunca aprendí a bailar. Jamás aprenderé a bailar, y sin embargo, nuestra tradición en Navidad es bailar. Desde hace años, la noche de Navidad se festeja con un ritual que inicia con la cena, después bailamos, luego abrimos regalos, siempre hay, y finalizamos a la media noche con una oración familiar. Bailar es esencial para nuestra celebración, es la fiesta de Navidad, aunque somos apenas dos parejas, es decir, mi esposa y mis dos hijas, pero es suficiente para mantener un ambiente festivo. No sé bailar. Me resulta difícil distinguir una cumbia de un merengue o de una salsa, es más, cualquier ritmo lo bailo igual, uno o dos pasos me sirven para sudar un par de horas, por supuesto, lo único que provocan mis movimientos es risas y lástima por la torpeza de mis dos pies izquierdos. Para que no me sienta mal siempre repiten que lo importante es divertirse. Nunca aprendí a bailar. Desde pequeño supe que este arte me estaba vedado, por más que me esforzara siempre fui un desastre para mover los pies, simplemente no tengo ritmo y no hay poder que les de armonía a mis torpes pies. A veces pienso que es el resultado de  una triste herencia de mi padre, al pobre le gustaba bailar, pero no pasaba de “un pasito para adelante y otro para atrás”, inventó varios pasos de baile, sobre todo cuando el  alcohol pensaba por él, tuvo mucho éxito, pero como comediante y no como bailarín. También él decía: lo importante es divertirse. He sido alumno de baile en mucha ocasiones, cuando me casé pasé varias horas practicando el vals y al final mi instructora dijo, con enorme resignación, “que Dios lo socorra”. Mi esposa me sometió a intensas jornadas de aprendizaje, pero igual, no me fue posible aprender a bailar, sin embargo, nos reímos de aquella locura. Estoy convencido, jamás aprenderé a bailar. Ya pasaron varios años y los pies están más tiesos, sigo sin distinguir una cumbia de un merengue y cualquier ritmo lo bailo igual, sin embargo, me encanta nuestro baile de Navidad. Para nosotros significa gozar, compartir un momento mágico en el que vivimos toda nuestra historia, los momentos llenos de felicidad y las tardes grises de preocupación; bailar es manifestar con movimiento la solidaridad que nos acompaña como familia; ellas gozan al ritmo de la música, ellas se ríen de mis locuras, yo gozo de contemplar aquellos rostros que irradian felicidad y contagian de franca alegría. El baile de Navidad es nuestra postal para agradecer a Dios por todas a bendiciones del año, por su presencia discreta que nos acompaña cada momento, por la fortaleza que nos da para enfrentar las dificultades, por el amor que nos mantiene siempre unidos. No sé bailar, nunca aprendí y jamás aprenderé, sin embargo, espero seguir bailando cada Navidad durante muchos años, y después, cuando ya no esté para esas fechas espero que siempre recuerden mis pasos de baile.

 

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