viernes, 24 de diciembre de 2010

La primera navidad...



Estamos tan acostumbrados a las luces de fantasía, a los pesebres de marfil y a los regalos de los Reyes Magos que ya no es fácil creer en la primera noche de Navidad; hoy todo parece tan poético, la cueva o el establo es una escena romántica acaramelada con villancicos y finos presentes de las más prestigiosas marcas y de los precios más exorbitantes. Aquella noche fue diferente, quizás hubo estrellas, una fría noche iluminada por un cielo abierto sin fronteras, lágrimas y mucha ilusión, pero la escena careció de lujosos decorados, no había nada, sólo el amor de unos padres que con mantas viejas cobijaron aquellos sueños, aquella ilusión, aquel pequeño, frágil y tierno, el hijo de una de las parejas más enamoradas de este mundo.

Hoy le llamamos el Hijo de Dios, el Señor, el Cristo, pero aquella noche sólo era Jesús; un niño de una familia pobre, de una familia humilde y trabajadora, el hijo de José y María. Nos inventamos los ángeles, los pastores y hasta reyes porque nos cuesta creer que el hijo del Altísimo nació en el silencio anónimo y con todas las limitaciones de los pobres. Aquella noche fue única, marcada por el amor, un parto difícil porque aquel pequeño varón siempre fue inquieto, curioso, sonriente y llorón cuando los pechos de la joven María tenían poca leche, porque era hambriento como todos los pobres, un pequeño que dormía en el día y daba lata por la noche; pobre José que se desgració a pasearlo a los tres de la mañana, después quien aguantaba los gritos del niño pidiendo los brazos en plena madrugada.

En aquella primera Navidad no hubo regalos ni villancicos, sólo hubo la silenciosa solidaridad de Dios con los pobres y humildes, con los marginados y despreciados, los impuros, los que no tenían un puesto reservado en las primeras bancas del templo. La misteriosa e incomprensible solidaridad de Dios que se encarnó en uno de nosotros, en un inocente y desprotegido niño que durante nueve meses se había formado en el vientre de su madre María. Aquel pequeño sólo era un pobre más, el hijo de dos piadosos judíos que pacientes esperaban al Mesías prometido.

Una familia pobre que a diario luchaba para sobrevivir en aquella sociedad plagada de injusticias, una familia que confiaba en el Altísimo y esperaba la liberación del pueblo de Israel. José ni fue anciano ni marido postizo para María, fue su enamorado, el esposo que cuidó hasta los antojos de su mujer embarazada, el que pasó orando para que su primogénito naciera fuerte y sano para continuar con el negocio de la carpintería, el que si hubiese sido niña también saltaría de gozo, el que lloró cuando, por primera vez, cargó en sus brazos a su pequeño y sonriente hijo. José de Nazaret, el padre de Jesús, al que hemos convertido en viejo para salvaguardar la virginidad de su esposa, como si los viejos no fueran libidinosos y ávidos de lujuria; no, María no era tonta ni enferma para acompañarse de un viejo achacoso que pronto la dejaría viuda, María se enamoró de José, de aquel joven carpintero, piadoso y alegre que le amaba con locura, con quien, como toda doncella israelita, esperaba tener una familia numerosa, llena de niños y niñas correteando por el patio y jugando a las travesuras más creativas.

Hoy queremos convertir a José en un castrado, hoy aplicamos los cánones medievales de la virtud a una pareja que se amó sin reservas, que por fe aceptó el insondable misterio de la encarnación divina y le dio a Jesús una familia pobre, humilde y numerosa contagiada de amor y solidaridad. Aquella primera Navidad fue única, sin luces ni regalos, sin villancicos, sin reyes ni pastores, solo el amor y la solidaridad de una pareja que se amó radicalmente sin reservas.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Vegetamos con el alma drogada





Habitamos un mundo de desesperanza, buscamos la felicidad, pero estamos marcados por la angustia, el tedio, la desesperación. Queremos vivir, pero solo logramos existir, nos afanamos por alcanzar un pedazo de felicidad, y sin embargo, al final del camino nos damos cuenta que estamos vacíos, que hemos vegetado, hemos acumulado años, pero hemos vivido muy poco.


Cuando niños jugábamos a ser grandes, nuestra mente creaba mundos maravillosos, nos convertíamos en apuestos héroes, villanos groseros y románticos conquistadores, no teníamos fronteras, nuestra inocencia nos permitía volar hasta el infinito. Pasó el tiempo y aquellos niños inquietos con mochilas de fantasía desaparecieron con los años. Se nos aviejó el alma, se nos pudrió la imaginación. Nos quedamos vacíos, adormecidos, serios, sin sueños. Los viejos ya no piensan en héroes ni villanos tampoco son conquistadores, simplemente prefieren pasar, deshojar el calendario, comer, dormir y drogarse.


Sí, hoy se vive drogado, no con los estupefacientes del narcotráfico, la marihuana o el LSD; no, la droga que carcome la sociedad es más poderosa que la cocaína, incluso la heroína no se compara con la dependencia que genera la droga del siglo XXI. La droga que inconscientemente se consume, paraliza el cerebro, sepulta los sentimientos, envilece, acobarda, adormece. Es una droga de evasión, de miedo, de cómodo servilismo al viejo sistema caduco. Ya no se vive a plenitud, simplemente se existe adormecido.


El mundo de los locos es intenso, en sus espejismos luchan para vencer a los adversarios, no están cuerdos, pero tienen garras para vivir plenamente sus desvaríos. En cambio, los que vegetan drogados nunca luchan, son veletas que el viento arrastra, guiñapos que lloran cuando hay que tomar la espada. Nunca escuchan la diana del combate porque siempre están en otro mundo, el fácil, el de fantasía, el que les han creado porque ni ese son capaces de imaginarlo. El loco enfrenta sus molinos de viento, el drogado huye despavorido cuando hay que sudar, deserta cuando hay trabajo, le teme al sacrificio, no es capaz de lidiar con la realidad porque la desconoce; los pocos pensamientos que dormitan en su cabeza lo mantienen programado para reír como las hienas, adular como loros y correr cuando se vislumbra el riesgo. Los locos enfrentan cuerdamente su locura, los drogados evaden la realidad, evaden el sacrificio, son consumistas empedernidos que amontonan los espejos y lentejuelas que consiguieron a cambio de su libertad. Nunca protestan porque siempre mantienen la panza llena y prefieren hartarse el estiércol que les vende el sistema para no complicarse buscando alimento.


Evaden la realidad, ignoran su historia y nunca cuestionan las leyendas y los mitos que proclama el sistema para mantenerse enquistado en el poder. Evaden la lucha porque están vacíos. Vacío el cerebro, el alma y vacías las manos. El único sentimiento que naufraga en sus gelatinosas venas es el egoísmo irresponsable que miope no alcanza a comprender la realidad. Están vacíos porque les aterra escalar la montaña para alcanzar la cúspide, le huyen al dolor y al esfuerzo, no tienen carácter y no les importa que otros tomen las decisiones y se las impongan. Están vacíos porque tienen miedo a equivocarse, les paraliza la posibilidad de hacer el ridículo y para evitar los riesgos se limitan a no hacer nada, ni bueno ni malo, son mediocres. En las discusiones nunca izan bandera, le apuestan a quien gane, quien sea, no están de acuerdo ni en desacuerdo, simplemente les da igual. Pagan por dejar pasar su turno, esperan que otros decidan por ellos, luchen por ellos, conquisten por ellos. El mar bravío les aterra, la tierra agreste les asusta, se acomodan en la arena, en el muelle tibio, en la sombra, entre los cobardes. Siempre estarán vacíos porque no tienen escrúpulos para comprar títulos, honores y medallas, pagan por aplausos y le besan el trasero a los poderosos para permanecer en el bando dominante. Vacíos, mediocres… sin fallas, sin heridas, sin vida.


A los drogados les fascina el ruido, el baile, los sonidos estridentes que no dejan hablar ni permiten escuchar; les interesa revolcarse en el lodo, en el sucio anonimato. Jamás dan la cara, escupen a escondidas, ponen zancadillas y pagan para que les empujen al adversario; pero ellos, deambulan cabizbajos, rehuyen ver de frente a sus víctimas. Tampoco se apuntan para mártires o samaritanos, ante el dolor ajeno se esconden en el ruido de sus fiestas; en las invasiones traicionan a los suyos y se arrodillan serviles al invasor, le adulan, le alaban y entregan a sus hermanos a cambio de unas mugrientas monedas. No se comprometen con ningún bando porque siempre están puliendo los zapatos de los vencedores, por cualquier bagatela cambian de bandera. Son expertos para responder talvez, quizás, pero cuando llega el momento de empuñar las armas se quedan dormidos esperando que otros combatan, nunca se comprometen, se la pasan evadiendo el involucrarse. Aplauden y abuchean cuando el tumulto de borregos aplaude y abuchea. Se dejan llevar por la corriente, se la pasan arrimados a la sombra ajena para evitar asumir la propia responsabilidad. No tienen opciones porque se dejaron imponer las ideas foráneas. Los que agonizan drogados vegetan sin compromisos.


Los drogados están adormecidos, son incapaces de asumir una postura, tienen el alma paralizada, no reaccionan porque solo les interesa engordar, solo piensan en disfrutar fácilmente la vida, sin compromiso, sin lucha, sin esfuerzo. El consumo, la moda, el que dirán les marca la pauta; se desesperan por el último modelo de celular, sueñan con carros y plata para despilfarrar, pero no toman en serio la vida, nunca estudian, nunca leen, no se preparan ni anhelan superarse, les interesa que los admiren, que los adulen, les encanta que los demás se les rindan a los pies como ellos mansamente se doblegan a un sistema que les esclaviza. Los drogados no tienen libertad, son marionetas y esclavos que perecen atados a los caprichos de sus amos.


Se rindieron, entregaron su libertad, ya no piensan, se hartan la basura que los mantiene domesticados. Tienen alas para surcar el azul infinito, sin embargo, se arrastran como aves de corral. Nunca critican ni se oponen a la injusta dominación que les asfixia porque temen perder las migajas que les arrojan los dueños de su destino. Perdieron el carácter y les asustan las sombras, se humillan y se doblegan ante los señores que detentan el poder. No tienen libertad porque ignoran que no son esclavos, están convencidos que los invasores son sus libertadores y a los conquistadores le llaman descubridores. Esclavos, prisioneros del miedo y la cobardía, tontos feligreses que alaban a los tiranos y añoran las dictaduras. No quieren ser libres para no asumir la responsabilidad de vivir la vida. El drogado prefiere las rejas de la evasión, la efímera quimera del éxtasis que los mantiene esclavizados al cómodo y seguro mundo de los dominados.


Con profunda tristeza también tenemos que aceptar que muchas veces la religión no es más que una pócima de la droga del siglo XXI. El fanático que cree que con limosnas, velas y rezos ya es un ciudadano celestial que puede pisotear a los pecadores e inconversos. El fundamentalista que está dispuesto a enrolarse como cruzado para aplastar a los moros y los infieles, pero tolera y justifica la explotación y la marginación de los más desposeídos. El mojigato que se refugia en la sacristía y se perfuma con el incienso sagrado, pero es el último de su clase por perezoso y descuidado. Los esclavos de los dogmas que condenan a los herejes porque se atreven a proclamar que el Reino de Dios es una realidad que hay que comenzar a construir con justicia y libertad. La religión es una peligrosa droga cuando propicia la evasión, cuando nos vacía de libertad y nos impide enarbolar la causa de la justicia. Los drogados aman el culto, el fanatismo, los cantos sosos y la religión que santifica la sumisión, la obediencia ciega y el silencio cómplice que participa de las bendiciones de torturas, explotación y guerras santas. Los beatos y los piadosos que se encierran para contemplar la viga ajena, están drogados por el Dios fabricado por los que canonizan el poder, el dominio y el más allá.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Tu mundo




¿Cómo esperas volar si tus alas arrastran el cesto de la basura? Aletearás con fuerza, una y otra vez intentarás lograr altura, pero siempre, el peso del lastre te arrojará al piso. ¿Cómo vas a encontrar el tesoro escondido si el mapa se encuentra oculto en un rimero de papeles inservibles? Ese tonto refrán que asegura que el desorden es tu mundo ordenado sólo lo creen los holgazanes, los mediocres y los parásitos que se alimentan de buenas intenciones, pero nunca conquistan sus metas porque se ahogan en la maraña de ideas alocadas.


¿No te das cuenta que el caos de tu habitación refleja el desorden de tu interior? Tus pensamientos clandestinos quedan descubiertos entre las sábanas, los juguetes, los libros y los restos de comida que se mezclan en el suelo.


Así está tu alma, revuelta y anárquica; revolotea sin rumbo, con un cúmulo de ideas dispersas que compiten por salir a flote, pero se confunden y aplastan unas a otras hasta ahogarse por falta de una brújula que les muestre el camino.


¿Por qué almacenas esas montañas de basura? En el piso hay dispersos cientos de bocetos y proyectos abortados, pedazos de libros mal hojeados que nunca se terminaron de leer, plumas que jamás escribieron un verso completo, diarios íntimos en blanco, acuarelas vacías y rompecabezas sin armar. ¿No te da pena que tu mundo esté sepultado entre escombros de promesas incumplidas?


Arroja la basura que llevas pegada a tus pies, barre el polvo que oculta el color del piso, quita el moho a tu espada y transforma tu mundo en un hermoso, original y acogedor santuario. Cuando todo descanse en su lugar y tu hábitat sea transparente, entonces florecerán las ideas creativas, el aire será limpio, habrá más espacio para soñar, podrás caminar con libertad y no tropezarás con viejos y malolientes recuerdos del pasado.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Hacen falta jóvenes





Hacen falta jóvenes… capaces de soñar, dispuestos a luchar, indómitos, enamorados… hacen falta jóvenes. Sobran los muñecos de alfeñique que le tienen miedo al sacrificio, los cobardes que jamás se quieren comprometer, los cómodos que prefieren dormitar sin arriesgar el pellejo, los borregos que arrastra el consumismo, los idiotas que no piensan y se dejan manipular… hacen falta jóvenes.


Soñar significa salir del fango de la mediocridad y alzar el vuelo hasta el horizonte infinito. Los soñadores no tienen límites, bridas ni fronteras; tienen metas y desafíos, piensan sin ataduras y navegan sin miedos ni complejos, caen y se levantan… tienen el coraje de salir adelante. Hacen falta jóvenes capaces de soñar un mundo nuevo de justicia y libertad. Jóvenes solidarios y comprometidos con los más pobres y marginados, que no se dejen arrastrar por las apariencias y el qué dirán, que no sean esclavos del consumismo ni cobardes que le huyen al sacrificio. Soñar no es lo mismo que alienarse con fantasías sosas y cuentos de hadas, no es escapar de la realidad para presumir lo que no somos ni tenemos; soñar, es vivir el presente construyendo el futuro, es tener los pies sobre la tierra y la mirada al infinito. Soñar es prepararse responsablemente para enfrentar los desafíos que nos depara el mañana.


Los mediocres, los cobardes y los hijos de papi también quieren triunfar en la vida, le apuestan al dinero, a las influencias y a sus apellidos, sin embargo, existen para las fiestas, el alcohol, las modas, la televisión, los chat y cuando amenazan las tormentas corren a refugiarse en las naguas de sus progenitores; pobres ilusos que vegetan drogados y creen que todo se puede comprar. Por el contrario, los soñadores viven el presente y luchan incansablemente por sus sueños, saben que el horizonte no se conquista dormitando en el sofá, tienen claro que a la meta se llega caminando y que el triunfo se logra luchando. Mientras los mediocres ríen y se burlan de la realidad; los soñadores se desvelan, fraguan su destino a golpes y sacrificios, son tercos y no se rinden. Hacen falta jóvenes capaces de luchar por sus sueños, dispuestos a arriesgar el pellejo para defender sus convicciones, con el coraje suficiente para levantarse de las caídas… jóvenes solidarios con los necesitados y marginados de esta sociedad mercantilista que enaltece el consumo y las apariencias.


Hacen falta jóvenes indómitos que no se dejen amaestrar por los cánones de los viejos calculadores que presumen la riqueza y el poder que amasaron con el sudor y la sangre de sus esclavos. Hacen falta jóvenes rebeldes que rompan las hediondas cadenas del consumismo y la superficialidad; jóvenes que piensen y no se conviertan en tontas marionetas que manipula el capricho y los intereses de los pícaros que se enriquecen con los borregos y los idiotas. Hacen falta jóvenes que tengan el coraje para decir no a las drogas, al alcohol, al cigarro y al sexo desenfrenado. Hacen falta jóvenes inconformes que piensen por sí mismos, que sean críticos y no se dejen engañar por los intereses mediáticos que pintan la realidad a su conveniencia. Críticos también en la fe, para seguir auténticamente al Crucificado-Resucitado que confiesa el Evangelio y no dejarse embaucar por las ridículas caricaturas que se venden en algunos sermones.


Hacen falta jóvenes enamorados. Sobran las víctimas y los truhanes, abundan los prisioneros de pasiones, los desencantos, las lágrimas y las madres solteras… hacen falta jóvenes enamorados dispuestos a vivir el amor, sin egoísmo ni dominios enfermizos, con la libertad del respeto y la fidelidad. Hacen falta jóvenes que se atrevan a soñar con esperanza e ilusión, con coraje y dispuestos a luchar, que piensen y no se dejen manipular, solidarios y comprometidos con sus hermanos… jóvenes, quizás menos religiosos, poco piadosos, pero seguidores auténticos de Jesús de Nazaret, el Crucificado-Resucitado que anunció el reinado de Dios.



domingo, 24 de octubre de 2010

Acércate a Dios




Para triunfar en la vida, ser indómito y soñador… deja el barullo que nubla tus pensamientos, aléjate de los borregos que berrean y pastan por doquier… con hidalguía, acércate a Dios, pero nunca te conviertas en rata de sacristía.


Acércate a Dios… con la fe del campesino que ara la tierra y siembra la semilla, con la esperanza del explorador que consulta la brújula y la confianza del niño que se aferra al pecho de su madre.


En los tiempos difíciles… cuando las negras e interminables tormentas presagian tu naufragio, cuando tienes hambre y tus amigos engordan perros y alimañas, cuando mueres de frío y desnudo debes soportar el desprecio y el olvido… acércate a Dios. Deposita en sus manos tus remos maltrechos, ofrécele tus alas rotas, dale tu miseria y dolor. No le pidas milagros, no necesitas un mago ni un hada madrina, te basta un amigo…


Si gozas, estás saludable y con miles de proyectos entre manos… acércate a Dios; sólo los avaros son desagradecidos, su mezquindad los mantiene insatisfechos y siempre están deseando el plato ajeno.

En el sonoro silencio del sagrario de tu alma escucha la voz del Dios libertador, el eterno inconformista que amoroso te llama a ser apóstol de la verdad, labriego de la paz y guerrero de la justicia. Dios no es una fórmula capitalista para adormecer la conciencia ni domesticar a los rebeldes. Dios no está en el rezo somnoliento de las viejas que despedazan y se hartan a sus vecinos; tampoco se encuentra en las incontables vigilias de los grupos y cofradías que sin escrúpulo mezclan la explotación y sus cantos de alabanza.


Acércate a Dios y sin miedo entrégale tu fragilidad y recibe la fuerza para luchar hasta el final… siempre, acércate a Dios.

domingo, 17 de octubre de 2010

Dios no tiene barba



Me dijeron que Dios tenía barba y era un anciano bonachón que apacentaba a su diestra a los corderos sumisos y aplastaba implacable a los cabros indomables que se atrincheran a su izquierda. Me enseñaron que el paraíso era para quienes aceptan gozosos el sufrimiento y la explotación; al cielo van los pobres, los miserables, los que se dejan aplastar con santa resignación, los arrastrados que mueren alabando a sus amos; los otros, los hambrientos, los proletarios, los inconformes y los revoltosos ya están condenados porque son herejes que sueñan que el Reino de Dios comienza en esta tierra de pecado. Me hicieron creer que los mártires son los que perecen besando las cadenas y bendiciendo el yugo que les arrebató el pan y la vida; los masacrados que exigían derechos y le gritaron a sus dueños eran revoltosos sin fe que no aspiraban a la vida eterna. Aprendí que al cielo sólo entran los generosos, los que inundan de limosnas y diezmos los bolsillos de sus pastores; aquellos nobles, vestidos de casimir, que a golpe de látigo trasquilan a sus siervos, que apadrinan campañas contra los vicios y comercian drogas, pero los domingos no fallan al culto o a la misa. Escuché que las primeras butacas del paraíso estaban reservadas para las naguas que viven en las sacristías, los que se congregan de lunes a viernes y los fines de semana se la pasan en retiros y convivios, los que sanan y hablan lenguas, la mayordoma de la cofradía y las viejas que confiesan los pecados de sus vecinas. Me dijeron que Dios tenía barba y despreciaba a los rebeldes, tampoco me emocionaba ese dios ortodoxo que repartía castigos y vendía bendiciones. Seguí transitando la senda herética y descubrí que campesinos humildes, mujeres abandonadas, enfermos desahuciados y empleados responsables, predican el amor con su ejemplo, libran auténticas luchas por la justicia y son guerreros anónimos que no se doblegan ni se venden. No conocen las catedrales, pero tienden la mano al necesitado, para ellos no existen las fronteras, conviven con los marginados y entregan su corazón sin condiciones ni apariencias. En esos genuinos apóstoles de la justicia, descubrí que Dios no es el genio de los rezos ni el brujo de las velas. Dios es la savia que inmortaliza la lucha profética, el viento que mueve los pasos rebeldes, el amor que fecunda los caminos de liberación.



domingo, 3 de octubre de 2010

Mi amigo





Mi amigo, era un loco que se atrevió a romper los viejos moldes y derramó su sangre para alcanzar sus sueños, un aventurero que recorrió las calzadas más escabrosas para defender sus ideas, una gaviota irreverente que navegó sin bridas… un amigo que en la noche oscura incendió su alma para iluminar los pasos de sus hermanos y encender el mundo con amor. En aquellas amargas batallas nuestras espadas forjaron caminos, derrumbaron fronteras y dieron libertad a quienes olvidaron que nacimos para pensar. Con una sonrisa y una extraordinaria confianza, supo soportar las tormentas y el hambre, los desprecios y las envidias, los golpes y las burlas, los latigazos y las condenas; un amigo que reía y gozaba sin importar las reglas ni el protocolo, que corría libre, sin amarras, sin los sabios límites que impone la cordura.

Mi amigo me enseñó a levantarme y me hizo caminar, aunque estaba herido, con la espada rota y con cepos en mis piernas; de él aprendí que los mortales acostumbran a encarcelar los cuerpos, pero nunca pueden enjaular los sueños; quiebran los huesos, pero no doblegan las ideas; asesinan profetas, pero inmortalizan sus luchas… Su voz, firme y serena, me consoló en el destierro, fue luz en la negra noche y paz en la cruel tormenta; su silencio me enseñó a escuchar el penoso gemido de los que sufren, el llanto amargo de los desposeídos que no tienen nada y lo esperan todo.

Fuimos gitanos, vagabundos errantes y bohemios despreocupados que navegamos por el mundo con sólo una alforja repleta de sueños; no había dogmas ni doctrinas, no existían reglas ni jerarquía… el único compromiso era el amor, la opción eran los pobres y el mensaje su Palabra. Al principio lo tildaron de loco y se burlaron de sus ideas, recuerdo que los viejos aseguraban que era una moda pasajera, una fiebre poco contagiosa… pobres tontos que no saben que el amor es subversivo y tiene el nervio para derrocar imperios. Eso pasó con mi amigo, su Palabra desquebrajó rancios rituales y pesadas normas que abrumaban a la gente sencilla, sacudió el poder de los intocables y ofreció el paraíso a los pecadores; ni el clero ni el imperio soportaron tanto desafío: la fuerza de aquel amor era insobornable, aquellos sueños no se podían domesticar… su muerte confirmó sus palabras, amó hasta las últimas consecuencias.

Él me aseguró que siempre estaría conmigo, que la muerte no es el fin, que es necesario morir para vivir; sin embargo, cuando se fue, cuando lo humillaron y despedazaron su carne: tuve miedo, me escondí, sabía que después vendrían por mí. Con el tiempo olvidé sus palabras y vagué sin rumbo, hasta que un día, la angustia y el dolor de los más necesitados, el rostro de los niños que tenían empeñado el futuro, el hambre de los pobres, las lágrimas de las madres que lloraban a sus hijos desaparecidos… despertaron mi conciencia dormida y recordé la voz de mi amigo. Decidí luchar, recogí la vieja espada enmohecida y entregué mis manos y mi pensamiento para defender a los marginados; perdí el miedo y grité a los cuatro vientos que los sueños de mi amigo no estaban marchitos. Me entregué a los pobres, a los preferidos de mi amigo; ya no temía al destierro ni a la hoguera, dejó de preocuparme que mis ideas las tildaran de leprosas… y entonces, en aquella cruenta y solitaria lid, descubrí que mi amigo vivía, él estaba para siempre conmigo.


domingo, 26 de septiembre de 2010

Mi Dios es nómada




Mi Dios es nómada, un eterno peregrino que no se cansa de andar… es un peligroso subversivo que no encaja en esta sociedad. Los dioses que invernan en todas las iglesias, lo expulsaron del paraíso; los jerarcas religiosos y grandes políticos lo excomulgaron y le han prohibido predicar, dicen que es inmaduro porque tiene un corazón de niño, ama como un loco y no se deja domesticar.

Es nómada y recorre todos los caminos… las escabrosas veredas de los marginados y desocupados, las noches de angustia de los desheredados que mueren de hambre, las interminables horas de esclavitud que soportan los explotados, la soledad, la tristeza, el dolor… la miseria humana que ignoran las estructuras de poder. Mi Dios es nómada, porque su destino es andar los caminos de los pobres; él se resiste a ser prisionero del incienso, el diezmo y el oro que embadurna los templos.

Mi Dios es subversivo… su voz denuncia la injusticia, proclama la verdad y vive con absoluta libertad. El poder le puso precio… su testimonio rompe el equilibrio del nuevo orden global; es peligroso, se junta con la chusma harapienta y pregona que somos iguales; sus palabras descubren la mentira y la hipocresía que esconde la nobleza; y es un libertino que sólo acepta la ley del amor…

Los clérigos y los pastores no van a certificar el mesianismo de mi Dios… es que él no se deja domesticar, no se acopla a los esquemas somníferos que predican el más allá y desconocen el vía crucis que sufren los olvidados de la sociedad… mi Dios es nómada, compañero de viaje, subversivo desterrado de los templos y un loco que sólo vive de amor…

domingo, 12 de septiembre de 2010

Piensa con libertad




En esta sociedad que agoniza inundada de esclavos, infestada de tontos serviles que le ponen precio a sus canciones, que piensan con el estómago y aman con la billetera; en esta sociedad mercantilista que se vende al mejor postor, que amenaza contagiarte de lepra mental… ¡Tienes que ser libre! ¡Piensa, ama, vuela… vive con libertad!

Los grilletes no son los toscos hierros que descarnaban los huesos desnutridos, ahora titilan con efectos multicolores, ganan premios publicitarios y se exhiben en los más costosos aparadores… esas cadenas no atan los pies ni las manos, envejecen el corazón y paralizan el cerebro; los esclavos de este siglo no están sometidos a trabajos forzosos, simplemente, no piensan, están vacíos… El consumismo es una plaga que tiraniza la médula de aquellos borregos cursis que hambrientos de aplausos vagan fingiendo fantasías.

Los mercaderes de ideas son los esclavos que más apestan, esos genios de la pluma que cobran por pensar y dar forma a la basura que vomitan sus clientes, los que a fuerza de palabras quieren disfrazar la sangre que derraman las víctimas de la injusticia, los que deben denunciar desde el púlpito y se callan para no sofocar las limosnas que aborta la opulencia… esas rameras del pensamiento se arrastran por una migaja de poder.

Los que huyen en las cruentas batallas, los judas que traicionan y venden la sangre del hermano, los orejas que entregan a los inocentes, los que suben peldaños con las cruces ajenas, esos miserables piensan con el estómago… solamente les importa saciar el hambre mezquina de su alma podrida, parecen aves de rapiña asechando sus presas para devorarlas por una mugrientas monedas que compran espejismos y apariencias sociales.

Rompe las cadenas de la esclavitud que condena tu pensamiento, extiende tus alas, que tus ideas naveguen con absoluta libertad, sin precio ni amarras… Libre como las gaviotas, las olas bravías del mar o las pequeñas flores silvestres que extienden sus pétalos sin abono ni jardinero. Rompe los cepos que te adormecen y grita tus ideas con libertad.




domingo, 5 de septiembre de 2010

Un paso cada día




Un paso cada día. Sin desesperarse, sin el miedo abrumador a la cumbre que nos desafía y sin la parálisis de los cobardes que mueren sentados. Un paso con firmeza, con la valentía de los guerreros que no le temen a la sangre ni a la lucha que desgarra las entrañas.

Un paso cada día… para abandonar la cómoda pocilga de los mediocres, el fango pantanoso de quienes temen la bravura y el cauce indómito del río que corre sin ataduras. Un paso cada día… para dejar el lastre, la basura que nos impide alzar el vuelo y navegar libres por el océano infinito.

Un paso cada día, tembloroso quizás, incrédulo al principio, pero terco y con coraje, siempre adelante, buscando el horizonte nuevo, el cambio positivo, la aurora reluciente, el triunfo de los inmortales. Dar un paso cada día, significa luchar contra las cadenas del conformismo, bregar contra el miedo al cambio y a las ideas frescas que subvierten el orden de la sociedad vieja y corrupta.

Caminar sin desanimarse, tal vez agotados, pero con el ferviente anhelo de seguir… Un paso cada día en el estudio, en la formación del carácter que se acrisola a golpes… un paso con ternura para que florezca el jardín que llevamos dentro.

Si cada día me desprendo de una gota de rencor, de una milésima de envidia, y, con la necedad de los niños sonrío confiado, aprendo algo nuevo y respiro con amor, entonces, con un paso cada día habré escalado un poco más, mi cumbre, mi montaña, mi vida.

domingo, 29 de agosto de 2010

Aprende a escuchar



Las mentes irreflexivas galopan sedientas de ruido, les espanta el silencio, viven entre gritos y sordas hablan entre dientes. En el loco ajetreo inconsciente arrojan palabras huecas cargadas de grotescas pantomimas que muestran desnudas a esas almas vacías. Hablan con las vísceras, sus voces están maquilladas para esconder la mentira o la ignorancia, despotrican o aúllan cuando con palabras esperan cubrir sus motivaciones viles.

Nunca piensan lo que dicen, tienen atrofiada la masa encefálica y hablan sin sentido porque no saben escuchar… les asusta el diálogo, vegetan encerrados en tediosos monólogos que asesinan toda conversación. Hablan sin parar, hablan sin pensar, aplastan las voces diferentes y rinden culto al veneno de sus gruñidos.

Antes de hablar, frena la lengua, pon a trabajar el ocioso cerebro y piensa, no sea que te conviertas en esclavo de amargas palabras que hubieras preferido no pronunciar. Si debes hablar no tienes por qué callar, expresa con firmeza tu pensamiento, defiende con nobleza tus ideas; pero si no tienes que decir, guarda silencio, no tienes por qué danzar con la música ajena.

Más importante que hablar es escuchar… los senderos están poblados de peregrinos rotos que ya no pueden andar y antes de morir aspiran narrar sus hazañas, recitar sus desgracias y desahogar la carga que los abruma. Hablan con dolor, pero no necesitan lástima ni sabios consejos, están hartos de lecciones y reproches, solo quieren que sus tímidas voces sean escuchadas.

Escuchar es guardar un silencio fecundo del que florece una palabra de paz y una mirada de armonía que rompe las fronteras del egoísmo.

sábado, 21 de agosto de 2010

La vida es bella





¡La vida es bella! Es una sinfonía original y policroma que destella luz y esplendor, una senda virgen que con ternura ansía las huellas del caminante, un lienzo inédito para pintar la existencia; una lágrima, un beso, una sonrisa…

La vida es un exquisito vino rojo para saborear, sorbo a sorbo, gota a gota. Si lo bebes deprisa, nunca entenderás su aroma y ebrio romperás el timón y tu barca encallará pisoteada por los vientos. Se embriagan los vanidosos y los altaneros que esperan que el mundo se rinda a sus pies, los que tragan botella tras botella y luego amanecen vacíos y hediondos… La vida es noble como el vino que danza en el paladar y contagia de una suave y dulce sensación de felicidad.

La vida es un camino que hay que transitar con optimismo, ilusión y empeño. Hay que andar… los que se tiran al suelo cuando les abruma la lejana cúspide, los que se duermen, los que ruedan cuesta abajo, esos nunca van sentir la emoción que embelesa a quien contempla el valle desde la cumbre. Se marcha con optimismo… los quejumbrosos, los aguafiestas y los pesimistas no caminan, se arrastran, se enredan en la maleza y con los primeros tropezones regresan al estercolero. Hay que andar… con la ilusión de los aventureros, que resisten con dignidad los chubascos, vendan sus heridas, permanecen alertas en las oscuras noches y confían que el nuevo amanecer los alcanzará cuando hayan realizado su mejor esfuerzo para escalar la agreste montaña.

La vida es bella… para quienes cincelan, a golpe de martillo, una estela de amor; para los enamorados que disfrutan besos, lágrimas y sonrisas; para los peregrinos que desafían las tormentas y con su empeño conquistan la escarpada cumbre. ¡La vida es bella! ¡Vívela a plenitud!


sábado, 14 de agosto de 2010

Sacrificio




El sacrificio es una prueba de fuego sólo para audaces, es la pasión que consume a los prometeos que no le temen a las heridas, es el grito de los que a fuerza de sangre conquistan las cumbres de la tierra y el cielo de los inmortales. ¡A golpe de sacrificio se doblegan las murallas del adversario!

Los holgazanes que parecen puercos de engorde, los niñitos blandengues que no quieren ensuciar las uñas y los cómodos que se amilanan frente al trabajo, jamás van a vencer en una batalla, porque ni siquiera se imaginan luchando. Los que chillan cuando hay que empaparse de sudor y se pudren en las ciénagas del fracaso porque son incapaces de intentar salir adelante, se olvidaron de vivir y vegetan una historia rancia y vacía.

Sueña, contempla la cumbre que anhelas, siente el triunfo en tus manos, entonces… aprieta con fuerza, ponte en camino y lucha hasta el final. Los que se rinden nunca llegan a la meta, la cúspide está reservada para aquellos que, arrastras tal vez, cansados, apaleados, perseveran hasta el último minuto.

Los que temen al sacrificio compran sus medallas, no tienen escrúpulos y se venden al mejor postor, salen adelante porque atacan con la lengua ponzoñosa y empujan a los demás… quieren el éxito, pero no estudian ni trabajan, no se esfuerzan ni se complican la vida.

Para volar sin límites, ser libre y conquistar la gloria, hay que luchar sin descanso; mientras los demás duermen plácidamente o se emborrachan de pegajosas frivolidades, hay que desvelarse trabajando... al final, con el sudor en la frente, desde la cima, vas a contemplar el majestuoso horizonte reservado para los audaces que se sacrificaron con alegría.



sábado, 7 de agosto de 2010

Camina sin parar





Lucha con voluntad de hierro para conquistar tus sueños, no importa si en la batalla te hieren o si mueres por defender tus ideales; pero nunca te sacrifiques por el aplauso que arrojan las multitudes y no pretendas que tu camino sea del agrado de moros y cristianos. Si te afanas en complacer a todos no tendrás el temple para maniobrar con libertad y serás el banquete de las tertulias y los baños públicos.

Camina con firmeza, sin dejarte manipular por el beso lisonjero ni la sucia amenaza del fanfarrón que a costa tuya quiere lucirse. Los que adulan te engañan para saciar su hedionda miseria y los chantajistas gritan para esconder sus temores e impotencia. Avanza siempre y no te asustes por las huecas carcajadas que vomitan las hienas y los zarpazos de las aves de rapiña.

Los perversos que se burlan de tus caídas y te den la espalda cuando haces el ridículo, son los mismos que te vitoreaban cuando estabas en la cima y satisfacías sus caprichos; si les das de comer te van a exaltar, pero si no les apetece tu plato lo van a tirar a la basura. Nunca sudes para quedar bien con alguien, menos para cautivar las víboras que suavemente se enrollan en tu cuerpo y cuando estás atrapado oprimen hasta ahogar.

Camina sin parar. Siempre hay habladurías, amargos resentimientos y comentarios miopes que pretenden enlodar tus intenciones, no dejes que los sórdidos aullidos y las fastidiosas muecas pueriles detengan tu marcha; no interrumpas la lucha para dar explicaciones, los zopilotes sólo saborean carne podrida.

Trabaja para moldear la frágil arcilla de tu destino y no te dejes atrapar por la viscosa telaraña del que dirán, no te amedrentes por los ultrajes que escupen los puritanos que hipócritamente se escandalizan de tus ideas… si hay paz en tu interior y no pretendes quedar bien sino actuar con rectitud… camina sin parar… con la frente en alto, la mirada tranquila y las alas extendidas para surcar el azul infinito de los inmortales… camina sin parar…

sábado, 31 de julio de 2010

Vuela




Si temes al infinito y te asusta volar sin bridas, si prefieres la seguridad del viejo astillero y sólo transitas por caminos trillados, si únicamente entonas los versos gastados de los poetas que se inspiran a cambio de favores, entonces, nunca sentirás el vértigo del riesgo, la emoción de la aventura ni la dulce embriaguez del triunfo. Atrévete a volar sin amarras, navega sin rumbos prejuiciados y amasa la arcilla virgen de tu destino; no arrastres los dioses, los miedos ni los laureles de los mayores, tampoco te arrodilles a las borrascas del que dirán ni pierdas la cabeza por los besos lisonjeros de los parásitos que aplauden cualquier estupidez, sencillamente, coge la alforja de tus sueños y vuela sin fronteras.

Los conformistas invernan placenteramente en sus refugios, nunca arriesgan el pellejo, pagan su ocioso mundo de paz con vergonzosas facturas de servilismo y besan el trasero de sus mecenas para saciar el voraz apetito de su instinto antropófago. Jamás empuñan la espada, menos conocen las heridas de las batallas, pero siempre compran boleto para dormitar en los bunker mientras los guerreros mueren aferrados a sus armas, después pagan por izar los estandartes de la victoria. Los conformistas no vuelan, sólo saben arrastrarse para vegetar en la insípida torre de marfil donde comen la carroña que les sobra a sus amos.

Los intrépidos, inconformistas y enamorados siempre se juegan la vida, tiritan de frío porque muchas veces están desnudos y solos, pasan hambre porque se rehúsan a comer las migajas que arrojan los dueños de la comarca, tienen el alma tapizada de cicatrices para recordar las batallas y terminan desterrados porque incomodan a los conformistas y a los zares del poder. Volar es un grave riesgo… los cuerdos, los que se aferran al suelo, disparan muchas saetas para quebrar las alas de los que se atreven a romper los moldes sociales, esos señores no conciben la locura de quienes navegan con libertad.

Si quieres ser inmortal y besar el infinito… vuela, ¡Vuela!




sábado, 24 de julio de 2010

Rosas

Los que soñamos un mundo nuevo, un mundo de justicia y libertad, desbordamos de alegría cuando, en medio del fango y el desconsuelo, encontramos rosas que perfuman la soledad, girasoles que se alzan en el desierto, antorchas que brillan en la oscuridad. Cuando todo parece ser devorado por la vorágine del consumismo, cuando todo está marcado por el interés y el espejismo mercantil; reconforta descubrir que entre los abrojos florece la esperanza, que no sólo hay rostros maquillados sino sonrisas verdaderas, que no solo atrae el neón de las pasarelas sino el yunque donde se forjan las espadas. Hay marionetas que se visten de fiesta y danzan al compás de las modas, hay cerebros que se alimentan de los pensamientos fabricados por el sistema y repiten con júbilo los credos oficiales; pero también están los unicornios que no aceptan las bridas y galopan indómitos en el horizonte; están las gaviotas que inventan nuevas formas de volar, las luciérnagas que rompen la oscuridad, los que piensan, los rebeldes que no se someten a los cánones oficiales y están dispuestos a luchar por sus ideales. Hay bufones del carnaval, que se embriagan de apariencias y únicamente conocen el placer que vende el consumismo, son borregos que hipotecan su libertad y rinden culto a los nuevos dioses del mercado; también están los que sueñan un mundo sin fronteras ni marginación, los que tienden la mano a los pobres y no le ponen precio a la solidaridad, los que sonríen con el alma y lloran con el corazón, los enamorados que suspiran por un beso y se emocionan con un poema y una carta de amor. Hay viejos que se creen dioses que con mañas y dinero imponen sus caprichos, doblegan conciencias y se pavonean como nobles; son Midas que extraen oro de la sangre y la explotación, magos que desaparecen oponentes, ilusionistas que lo negro lo hacen blanco, viejos que compran caricias y despedazan las orugas que nunca llegarán a convertirse en mariposas. También están los jóvenes que desprecian las fórmulas del mercado, los que no cobran por sonreír, los que abren caminos en las montañas y el qué dirán no les produce insomnio; los que tildan de locos, idiotas e ilusos porque creen en el amor y en su fuerza revolucionaria que es capaz de botar imperios.

Aunque los pronósticos del milenio son amargos y llenos de nubarrones, la esperanza navega en la juventud, en los sueños de los quijotes que le apuestan a un mundo nuevo de justicia y libertad. Hay suficientes rosas para perfumar de sonrisas este mundo y hay muchos girasoles para pintar de color ese futuro gris. Hay esperanza si hay manos dispuestas a empuñar las espadas para conquistar los sueños que inspiran nuestra vida.




sábado, 17 de julio de 2010

Rompe la rutina



¡Qué pena es contemplar a un mozuelo que arrastra los pies! Estas crías tienen pocos años de edad, pero tienen el alma cansada y vieja; caminan encorvados, con la mirada mustia y la ilusión marchita, siempre están aburridos o languidecen por depresión… No son capaces de vivir porque vegetan cada día, amontonan años y se pudren sin florecer.

Les fastidia todo, no hacen nada y creen que la vida es un círculo vicioso que se repite una y otra vez. Agonizan prisioneros de la rutina y ni siquiera se dan cuenta, únicamente les interesa comer, dormir y pasar el tiempo; pisotean las calles de la ciudad, se recuestan en las esquinas del barrio y dormitan en todos los sillones de la casa, simplemente dejan pasar el tiempo y nada más… al siguiente día, la misma historia, la tediosa monotonía que invade la piel, carcome la sangre y paraliza el alma.

Si no quieres ser un mozuelo con el alma arrugada y el corazón marchito, rompe la rutina y huye de las costumbres monótonas que ensombrecen los días; aprende a descubrir la novedad de cada instante, contempla el maravilloso dinamismo creador que se oculta en los detalles más pequeños… cada día es diferente, es un reto, una página en blanco que puede transformarse en lienzo colorido o en mugriento pedazo de papel.

¡No arrastres los pies y camina con optimismo! Los viejos y aburridos sólo ven problemas y amarguras, dificultades y achaques, por eso prefieren rendirse, a veces sin empuñar la espada, les da igual. En cambio, los que dan la batalla para conquistar la meta, ven oportunidades, descubren desafíos y arriesgan el pellejo. Aquéllos ya están muertos, los que luchan saborean la emoción de vivir cada instante. La rutina envejece el alma y mata la ilusión, es un manto hediondo y oscuro que no deja ver los colores del mundo que cambian a cada segundo. Rompe la rutina, vive la novedad de cada día, con optimismo, como una aventura de amor y alegría.




sábado, 10 de julio de 2010

¡Levántate!




Prometiste mejorar, cambiar, ser una persona nueva; estabas ilusionado con tu decisión, jurabas que habías encontrado el rumbo de tu existencia, por un momento te extasiabas en el paraíso…

¿Creías que era tan fácil? Después de unos días, se apagó el entusiasmo, el camino se volvió árido y entonces descubriste la amarga realidad… ahora ya lo sabes… somos de barro y no de hierro; frágiles, pequeños veleros con decisiones endebles que el viento nos arrebata, minúsculos poemas que sólo riman al principio y después se apiñan como garabatos pidiendo auxilio; pero no importa, no te culpes, no te desanimes. ¡Levántate! ¡Comienza de nuevo! Una y otra vez, las veces que sea necesario.

Cuando te desplomes rendido, las hienas correrán a burlarse, serás pisoteado por los mezquinos que merodean carcomidos por la envidia y los buenos, los que no hacen nada, escandalizados se apartarán de tu camino.

Si en la férrea batalla fuiste derribado de tu blanco corcel, si al escalar el escarpado risco de tus ideales te caíste, si en las mañanas frías prefieres el tibio sopor de tu cama… ¡Levántate! Vuelve a la lucha con esperanza, confía en tí, busca en tu interior esa luz que ilumina y cree con firmeza que no existe cumbre que no puedas conquistar.

Caerás una y otra vez, pero eso, no es el fracaso, es un desafío… suspira, toma aire, revisa las hendiduras que te derrumbaron y con nuevo brío arremete con todo, con la noble virtud del testarudo que lucha y lucha hasta triunfar. Los hombres caen agobiados por el peso de las dificultades, los titanes se levantan. Caer es de humanos, levantarse es de valientes.




sábado, 3 de julio de 2010

Soñar





Los que tienen el alma vieja y añoran el moho del pasado… dejaron de soñar, están cansados y prefieren dormir, porque le temen a los retos y a la aventura. Las almas destrozadas, los pies mimados, los quejosos, los que siempre ven el punto negro del enorme lienzo blanco, esas caricaturas humanas no pueden soñar. Sueñan los locos, los enamorados y los inconformes que mueren de pie, sonriendo, porque se bebieron la vida a plenitud.

Hoy, soñar es una locura… los cuerdos, los sabios y los prudentes, nunca dan un paso en falso, tienen todo calculado, están anclados en el barro del costo y el beneficio. Los que sueñan arriesgan todo, hasta el pellejo, a veces pierden, pero siempre gozan sus batallas.

Sueñan únicamente los enamorados, los que aman la vida y quieren ser inmortales; los que son capaces de sacrificarse y luchar sin tregua por sus ideales… enamorados son aquellos que trabajan con empeño para alcanzar sus metas, los que defienden con garras sus principios y con ternura tienden la mano al necesitado… sólo los enamorados sueñan.

Benditos inconformes que van por el mundo revolucionando las madejas de telarañas que sepultan las mentes y corazones de las almas viejas… en sus venas navega la libertad de sus sueños; vuelan alto, sin límites, cobijados por el intenso azul del cielo y con la inspiración de las olas bravías que desafían los peñascos inamovibles.

Soñar no es huir ni refugiarse en fantasías de príncipes y dragones; soñar es la libertad de los peregrinos que, con paso firme, la mirada en el horizonte y el sudor en la frente, saborean la conquista del ideal que palpita en cada huella del camino.


sábado, 26 de junio de 2010

Sonríe...




Sonríe. Siempre hay algún motivo para sonreír… mira a tu alrededor y descubrirás el mágico pincel de Dios, cierra los ojos y contemplarás la inmensidad de bellos momentos que anidan en tu alma; respira profundamente y siente el rítmico latido del corazón… eres el verso más sublime de la creación.

Las palabras y los gestos dicen mucho, pero la sonrisa lo dice todo. El que no sonríe asusta, su rostro hierve de tristeza y dolor, su mirada está vacía, el corazón marchito y su existencia desértica y muda. Los que olvidaron sonreír tienen enferma el alma, en sus venas corren alocados viejos resentimientos y el rostro mustio y endurecido reclama lástima o quiere morder.

En esos momentos difíciles cuando todo se hunde, nos quedamos solos y el virus depresivo nos invade hasta el tuétano, en esos instantes de amargura y desesperanza…la sonrisa es una suave terapia para encontrar la paz, es una aurora que se impone a la noche, una brisa que aplaca la cruel tempestad.

Si tu barca está a punto de zozobrar y los problemas te han encarcelado en un lúgubre laberinto sin salida, no te rindas ni te retuerzas como fracasado, ojea tu interior y te darás cuenta que no estás solo, Dios siempre te sonríe.

No seas mezquino y sonríe a los demás, quizás no lo sabes, pero en tu rostro escondes una pócima mágica que puede salvar a suicidas desesperados… esa sonrisa, tierna y sincera, es bálsamo para aliviar las cicatrices mohosas de los que agonizan de soledad. Es agua fresca para los que desfallecen deshidratados por falta de cariño y comprensión. La sonrisa es la música que vacía el veneno de las fieras que asechan y descuartizan porque los complejos corroen sus afilados colmillos.

Sonríe… y descubrirás que la vida, con sus penas y alegrías, logros y desengaños, albas y ocasos… está tapizada de copiosas bendiciones divinas. ¡Sonríe!



sábado, 19 de junio de 2010

Se humilde...





Alégrate si eres inteligente y aprendes con facilidad, agradece a Dios por ese talento, pero se humilde, no te vanaglories ni mires con menosprecio a los débiles, retardados y sencillos, nunca te creas superior a los demás, se humilde. Tampoco confundas la humildad con la hipócrita bobería de los incapaces que caminan cabizbajos, con cara de tontos y las garras escondidas. Aquellos que hablan entre dientes, que no levantan la mirada, se sienten indignos, caminan compungidos, no ríen ni se comprometen con nada porque se creen humildes, esos son payasos, hojarascas podridas que el viento arrastra a su antojo, esas caricaturas humanas son cobardes que se esconden en las sombras de la apariencia para no enfrentar la vida con la hidalguía de los guerreros.

Los humildes no fingen, conocen las fronteras de sus limitaciones, aceptan los errores y no esconden los fracasos ni los miedos, saben que la arcilla es frágil y muchas veces no resiste la crueldad de las tormentas; pero no se escudan en las dificultades para evadir la responsabilidad, enfrentan con valentía las equivocaciones y se esfuerzan para superar sus problemas; les resulta difícil caminar, sin embargo, no duermen frustrados porque avanzan con pasos lentos pero firmes.

Los auténticos humildes aman sus talentos, reconocen sus aptitudes prodigiosas, gozan con la genialidad de sus mentes creativas y tocan el cielo con sus manos; a nadie ocultan sus virtudes, pero no son presumidos ni prepotentes, nunca humillan ni se burlan de los menos favorecidos. Los humildes están convencidos que los talentos no se entierran, se les hace producir, son instrumentos al servicio de la humanidad, especialmente de los más pobres y sencillos, los marginados y los olvidados de esta sociedad caduca. Con respeto y dignidad defienden sus derechos, denuncian la injusticia y no se dejan aplastar por los bramidos ni los puñetazos de las fieras.

Los humildes tienen el coraje de superarse cada día, se levantan de sus caídas, tienden la mano a los necesitados, son guerreros de la verdad, apóstoles de la justicia y labriegos de la paz.