domingo, 14 de noviembre de 2010

Hacen falta jóvenes





Hacen falta jóvenes… capaces de soñar, dispuestos a luchar, indómitos, enamorados… hacen falta jóvenes. Sobran los muñecos de alfeñique que le tienen miedo al sacrificio, los cobardes que jamás se quieren comprometer, los cómodos que prefieren dormitar sin arriesgar el pellejo, los borregos que arrastra el consumismo, los idiotas que no piensan y se dejan manipular… hacen falta jóvenes.


Soñar significa salir del fango de la mediocridad y alzar el vuelo hasta el horizonte infinito. Los soñadores no tienen límites, bridas ni fronteras; tienen metas y desafíos, piensan sin ataduras y navegan sin miedos ni complejos, caen y se levantan… tienen el coraje de salir adelante. Hacen falta jóvenes capaces de soñar un mundo nuevo de justicia y libertad. Jóvenes solidarios y comprometidos con los más pobres y marginados, que no se dejen arrastrar por las apariencias y el qué dirán, que no sean esclavos del consumismo ni cobardes que le huyen al sacrificio. Soñar no es lo mismo que alienarse con fantasías sosas y cuentos de hadas, no es escapar de la realidad para presumir lo que no somos ni tenemos; soñar, es vivir el presente construyendo el futuro, es tener los pies sobre la tierra y la mirada al infinito. Soñar es prepararse responsablemente para enfrentar los desafíos que nos depara el mañana.


Los mediocres, los cobardes y los hijos de papi también quieren triunfar en la vida, le apuestan al dinero, a las influencias y a sus apellidos, sin embargo, existen para las fiestas, el alcohol, las modas, la televisión, los chat y cuando amenazan las tormentas corren a refugiarse en las naguas de sus progenitores; pobres ilusos que vegetan drogados y creen que todo se puede comprar. Por el contrario, los soñadores viven el presente y luchan incansablemente por sus sueños, saben que el horizonte no se conquista dormitando en el sofá, tienen claro que a la meta se llega caminando y que el triunfo se logra luchando. Mientras los mediocres ríen y se burlan de la realidad; los soñadores se desvelan, fraguan su destino a golpes y sacrificios, son tercos y no se rinden. Hacen falta jóvenes capaces de luchar por sus sueños, dispuestos a arriesgar el pellejo para defender sus convicciones, con el coraje suficiente para levantarse de las caídas… jóvenes solidarios con los necesitados y marginados de esta sociedad mercantilista que enaltece el consumo y las apariencias.


Hacen falta jóvenes indómitos que no se dejen amaestrar por los cánones de los viejos calculadores que presumen la riqueza y el poder que amasaron con el sudor y la sangre de sus esclavos. Hacen falta jóvenes rebeldes que rompan las hediondas cadenas del consumismo y la superficialidad; jóvenes que piensen y no se conviertan en tontas marionetas que manipula el capricho y los intereses de los pícaros que se enriquecen con los borregos y los idiotas. Hacen falta jóvenes que tengan el coraje para decir no a las drogas, al alcohol, al cigarro y al sexo desenfrenado. Hacen falta jóvenes inconformes que piensen por sí mismos, que sean críticos y no se dejen engañar por los intereses mediáticos que pintan la realidad a su conveniencia. Críticos también en la fe, para seguir auténticamente al Crucificado-Resucitado que confiesa el Evangelio y no dejarse embaucar por las ridículas caricaturas que se venden en algunos sermones.


Hacen falta jóvenes enamorados. Sobran las víctimas y los truhanes, abundan los prisioneros de pasiones, los desencantos, las lágrimas y las madres solteras… hacen falta jóvenes enamorados dispuestos a vivir el amor, sin egoísmo ni dominios enfermizos, con la libertad del respeto y la fidelidad. Hacen falta jóvenes que se atrevan a soñar con esperanza e ilusión, con coraje y dispuestos a luchar, que piensen y no se dejen manipular, solidarios y comprometidos con sus hermanos… jóvenes, quizás menos religiosos, poco piadosos, pero seguidores auténticos de Jesús de Nazaret, el Crucificado-Resucitado que anunció el reinado de Dios.



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