domingo, 21 de noviembre de 2010

Tu mundo




¿Cómo esperas volar si tus alas arrastran el cesto de la basura? Aletearás con fuerza, una y otra vez intentarás lograr altura, pero siempre, el peso del lastre te arrojará al piso. ¿Cómo vas a encontrar el tesoro escondido si el mapa se encuentra oculto en un rimero de papeles inservibles? Ese tonto refrán que asegura que el desorden es tu mundo ordenado sólo lo creen los holgazanes, los mediocres y los parásitos que se alimentan de buenas intenciones, pero nunca conquistan sus metas porque se ahogan en la maraña de ideas alocadas.


¿No te das cuenta que el caos de tu habitación refleja el desorden de tu interior? Tus pensamientos clandestinos quedan descubiertos entre las sábanas, los juguetes, los libros y los restos de comida que se mezclan en el suelo.


Así está tu alma, revuelta y anárquica; revolotea sin rumbo, con un cúmulo de ideas dispersas que compiten por salir a flote, pero se confunden y aplastan unas a otras hasta ahogarse por falta de una brújula que les muestre el camino.


¿Por qué almacenas esas montañas de basura? En el piso hay dispersos cientos de bocetos y proyectos abortados, pedazos de libros mal hojeados que nunca se terminaron de leer, plumas que jamás escribieron un verso completo, diarios íntimos en blanco, acuarelas vacías y rompecabezas sin armar. ¿No te da pena que tu mundo esté sepultado entre escombros de promesas incumplidas?


Arroja la basura que llevas pegada a tus pies, barre el polvo que oculta el color del piso, quita el moho a tu espada y transforma tu mundo en un hermoso, original y acogedor santuario. Cuando todo descanse en su lugar y tu hábitat sea transparente, entonces florecerán las ideas creativas, el aire será limpio, habrá más espacio para soñar, podrás caminar con libertad y no tropezarás con viejos y malolientes recuerdos del pasado.

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