¡Qué pena es contemplar a un mozuelo que arrastra los pies! Estas crías tienen pocos años de edad, pero tienen el alma cansada y vieja; caminan encorvados, con la mirada mustia y la ilusión marchita, siempre están aburridos o languidecen por depresión… No son capaces de vivir porque vegetan cada día, amontonan años y se pudren sin florecer.
Les fastidia todo, no hacen nada y creen que la vida es un círculo vicioso que se repite una y otra vez. Agonizan prisioneros de la rutina y ni siquiera se dan cuenta, únicamente les interesa comer, dormir y pasar el tiempo; pisotean las calles de la ciudad, se recuestan en las esquinas del barrio y dormitan en todos los sillones de la casa, simplemente dejan pasar el tiempo y nada más… al siguiente día, la misma historia, la tediosa monotonía que invade la piel, carcome la sangre y paraliza el alma.
Si no quieres ser un mozuelo con el alma arrugada y el corazón marchito, rompe la rutina y huye de las costumbres monótonas que ensombrecen los días; aprende a descubrir la novedad de cada instante, contempla el maravilloso dinamismo creador que se oculta en los detalles más pequeños… cada día es diferente, es un reto, una página en blanco que puede transformarse en lienzo colorido o en mugriento pedazo de papel.
¡No arrastres los pies y camina con optimismo! Los viejos y aburridos sólo ven problemas y amarguras, dificultades y achaques, por eso prefieren rendirse, a veces sin empuñar la espada, les da igual. En cambio, los que dan la batalla para conquistar la meta, ven oportunidades, descubren desafíos y arriesgan el pellejo. Aquéllos ya están muertos, los que luchan saborean la emoción de vivir cada instante. La rutina envejece el alma y mata la ilusión, es un manto hediondo y oscuro que no deja ver los colores del mundo que cambian a cada segundo. Rompe la rutina, vive la novedad de cada día, con optimismo, como una aventura de amor y alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario