Los que tienen el alma vieja y añoran el moho del pasado… dejaron de soñar, están cansados y prefieren dormir, porque le temen a los retos y a la aventura. Las almas destrozadas, los pies mimados, los quejosos, los que siempre ven el punto negro del enorme lienzo blanco, esas caricaturas humanas no pueden soñar. Sueñan los locos, los enamorados y los inconformes que mueren de pie, sonriendo, porque se bebieron la vida a plenitud.
Hoy, soñar es una locura… los cuerdos, los sabios y los prudentes, nunca dan un paso en falso, tienen todo calculado, están anclados en el barro del costo y el beneficio. Los que sueñan arriesgan todo, hasta el pellejo, a veces pierden, pero siempre gozan sus batallas.
Sueñan únicamente los enamorados, los que aman la vida y quieren ser inmortales; los que son capaces de sacrificarse y luchar sin tregua por sus ideales… enamorados son aquellos que trabajan con empeño para alcanzar sus metas, los que defienden con garras sus principios y con ternura tienden la mano al necesitado… sólo los enamorados sueñan.
Benditos inconformes que van por el mundo revolucionando las madejas de telarañas que sepultan las mentes y corazones de las almas viejas… en sus venas navega la libertad de sus sueños; vuelan alto, sin límites, cobijados por el intenso azul del cielo y con la inspiración de las olas bravías que desafían los peñascos inamovibles.
Soñar no es huir ni refugiarse en fantasías de príncipes y dragones; soñar es la libertad de los peregrinos que, con paso firme, la mirada en el horizonte y el sudor en la frente, saborean la conquista del ideal que palpita en cada huella del camino.
Hay que estar dormido para poder soñar dirian muchos , pero todo lo contrario hay que estar bien despiertos para poder hacerlo.
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